Actitud
Es cuestión de actitud. Cómo afrontar el día a día, desde el desayuno al trabajo, desde tu familia a tu relación de pareja, desde cómo reaccionar ante un imprevisto a cómo responder a un desconocido. Es cuestión de actitud.
Leyendo el "Síndrome de Maripili", libro del que podremos hablar en algún momento, he descubierto que las diferentes actitudes que cualquiera de nosotros puede adoptar, están escritas y definidas. ¿Cuál eliges tú? ¿Sabes cuál es tu actitud? ¿Qué actitud te sale por defecto y por cuál te gustaría trabajar para modificarla? Descubramos las actitudes, las nuestras y también las de quienes nos rodean.
Actitud adaptable: cuando dejas de resistirte a los inevitables cambios que suceden en el mundo. ¡Hoy en día a la velocidad del trueno!
Actitud agradecida: agradecer desde el aire que respiramos al vaso de agua que se nos dé.
Actitud alegre: la alegría y la ligereza, según la autora, van unidas. No puedes estar alegre y sentir el peso de la envidia, de los celos, la sospecha,...
Actitud alternativa; contemplar la variedad de elecciones que se nos ofrece para poder poner de manifiesto nuestra libertad de elegir.
Actitud altruista: sucede de modo silencioso y apunta al bien del otro ya sea persona o naturaleza. Con lo que les gusta pregonarlo a muchos...
Actitud amorosa: puede ser un intenso deseo de amar y ser amado. Ahora mismo conozco a tannnnntas personas con esa necesidad, sobre todo en el ámbito sentimental. ¿Y tú?
Actitud coherente: pensar, sentir y actuar en la misma línea. ¡A ver quién la quiere y quién la ejerce!
Actitud desapegada (mi favorita): cuando comprendemos definitivamente la no permanencia de las cosas. Esto no quiere decir que no las cuidemos sino que las tratemos como a cosas, sencillamente cosas.
Actitud cooperativa: donde hay cooperación no existen disputas de poder. Cuando cooperamos reconocemos la aportación que puede hacer cada persona y su dignidad. ¿En cuántos entornos de trabajo hace falta esta actitud?
Actitud diplomática: el gesto suave, la palabra correcta, una sonrisa pueden evitar una situación de tensión. Esto no quiere decir que seas cobarde o que dejes que te pisen. Nada que ver. Todo depende de la intencionalidad de tu sonrisa o de tu silencio. Hay veces que no vale la pena pasar un mal rato.
Actitud impecable: nos invita a ser y actuar según la percepción más elevada que tenemos de nosotros mismos y los otros. Cuando se está dispuesto a perdonar se siente el don de nuestra impecabilidad.
Y muuuuchas más actitudes que puedes encontrar en el libro de "El síndrome de Maripili" (el miedo de las mujeres a no sentirse queridas que por cierto habla del Síndrome Manolo, el de los hombres).
Sobremí
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