Esta mañana iba en la Vespa camino del trabajo con el corazón magullado tras un desengaño, y he pensado en Lady Gaga en la gala MET. Una aparición espectacular con un abrigazo color fucsia de impresión desafiando los volúmenes habituales y superando los extraordinarios, cuando de repente se cambia y aparece con un vestidazo negro estupendo que emanaba glamour cuando de repente se queda en braulias (el vestido anterior apuntaba un final desastroso) -es mi manera de denominar la prenda de ropa interior inferior femenina-. Pero no en braulias, no, en medias de rejilla, braulias basiquillas, moratón en el muslazo incluido y plataformas de drag queen.
¿Cuántas mujeres piensan y repiensan el modelito interior para lucir con sus maridos para que ahora Lady Gaga haga lo que ha hecho? ¡Arriba las manos! A lo que tú quizás te preguntes ¿y qué ha hecho?
Ha declarado la guerra a la belleza, a la magia, a la intimidad, al misterio, al detalle, a la delicadeza para darle armas a la brutalidad. Ha conseguido que la gente alabe y aplauda lo antiestético por encima de la belleza. Ha hecho apología de que cualquier cosa es válida para conseguir llamar la atención en una carrera profesional. Ella, que tiene un don espectacular en su voz ha decidido pisar su talento principal por aparecer como una pobre persona sin amor propio ni amor hacia los demás.

La teoría de Gaga es tan simple como ha demostrado ser ella: no simules ser alguien que no eres para conseguir algo si luego te vas a quedar en bragas.
He conocido a mucha gente que simula ser católica para luego cuando ha conseguido lo que quería resulta que no sabe ni lo que es el catecismo - para quienes no sepan lo que es os diré que es como el Vogue de los católicos, define el estilo de vida y resuelve dudas de estilo-. He conocido a gente que iba de fina filipina por la vida y luego no cambiaba el plato ni para servir el postre. He conocido gente que iba de líder en el trabajo y luego no aparecía una la mañana por la oficina porque se había ligado a uno y era más productivo quedarse en la cama con él. Eso es hacer un Lady Gaga, ir con un vestidazo opulento para luego quedarte en bragas, o lo que es lo mismo, ir de algo que no eres para luego demostrarlo sin vergüenza.
La vergüenza, otro tema interesante. Yo soy una mujer muy vergonzosa aunque llegada a una edad la vergüenza se llama falta de educación. En este caso Lady Gaga no ha vencido la vergüenza, sino ha hecho uso de la desvergüenza más vanal y despreciable, ha declarado una guerra, el comienzo de una revolución: convertir una gala de arte en el vestir en un medio para conseguir sus fines: llamar la atención. No hay acto más egoísta y destructivo que el de sustituir los intereses comunes por uno propio.
Vive con miras al bien común, multiplicarás cualquier acción en tu vida, te convertirás en un bien para el mundo.
Sobremí
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